Bergamota

(Citrus bergamia)

El fuego solar que enciende la alegría perdida

La bergamota es una fruta solar, hija del encuentro entre el fuego del Sol y la fertilidad de la Tierra. Como todo esperídico, lleva en su piel el secreto de los umbrales: es esencia contenida en la cáscara, justo en ese lugar donde lo externo toca lo interno, donde lo que pasa afuera empieza a resonar adentro. Las Hespérides, ninfas del jardín sagrado, custodiaban estas frutas doradas que simbolizaban la vida eterna: no la inmortalidad del cuerpo, sino la capacidad de volver a empezar cada vez que algo muere adentro nuestro.

Regida por el Sol, la bergamota activa el elemento fuego, pero lo hace con gracia, con aroma de luz. Su misión no es arrasar, sino volver a encender la ilusión, la confianza, la fe, cuando han sido apagadas por la sombra, por la tristeza, por el desencanto. Es un aceite esencial para cuando perdiste el brillo, para cuando ya no te sentís en eje con tu deseo ni con tu vitalidad. La bergamota entra como una chispa sagrada que ilumina desde adentro hacia afuera.

Emocionalmente, despierta la autoexpresión creativa y reconecta con el gozo de estar vivos. Nos invita a volver a ver belleza donde antes había solo rutina, a reencontrar sentido donde todo parecía plano. Su fuego no quema: transforma. Y su aroma no sólo eleva, sino que ancla la alegría en el cuerpo, para que no se nos escape.

Cuando estás cerca de tu sombra, cuando te cuesta reconocerte, cuando te apagaste sin darte cuenta, la bergamota te toma de la mano y te dice: “es hora de volver a brillar”. Porque siempre hay luz esperando ser encendida otra vez.