Naranjas
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(Citrus Auranthium)
La naranja es un hesperidio, y en su forma misma ya porta un simbolismo profundo. En la mitología griega, las Hespérides eran las ninfas encargadas de custodiar el jardín sagrado de Hera, donde crecían los frutos de la vida eterna: doradas, luminosas, plenas. Estas ninfas, hijas del amor entre el Padre Sol y la Madre Tierra, representan la unión armónica entre la luz y la materia, entre el cielo y la tierra. La naranja, en su esencia, es heredera de este linaje sagrado.
El aceite esencial de naranja se extrae de su cáscara: la cáscara es el límite, el punto de encuentro entre el adentro y el afuera. Ahí reside la información más poderosa de esta fruta solar. Es el espacio donde lo interno se prepara para salir al mundo y lo externo toca, sin invadir, la intimidad del ser. Trabaja entonces sobre el límite sano, el contacto, la apertura sin sobreexposición.
La naranja es optimismo puro. Su fragancia dulce, fresca y luminosa nos conecta con la alegría espontánea, con el juego, con lo lúdico. Invita a recordar que la vida también puede ser liviana, divertida, y que muchas veces, nada es tan grave como parece. Este aceite esencial nos ayuda a disfrutar, soltar el control y descontracturar tanto el cuerpo como la mente, suavizando tensiones arraigadas.
En el plano emocional y energético, la naranja equilibra el sentido de posesión y pertenencia, ayudándonos a reconocer lo que verdaderamente es nuestro y soltar lo que ya no nos corresponde. Estimula la iluminación interior, aportando claridad para vernos con compasión y objetividad. Reordena los vínculos internos —la relación con uno mismo— y también los externos, facilitando una comunicación más fluida y auténtica.
Este aceite actúa sobre patrones profundos como la baja autoestima, la automarginación, la desvalorización de los propios logros, la tristeza crónica, la depresión y la falta de convicción. También es eficaz para aliviar la tensión nerviosa y los estados de sobrecarga emocional, devolviendo calma y entusiasmo.
La naranja es pura luz. Es fuego. Es el fuego solar que nos enciende desde adentro, que nos vitaliza, que nos recuerda el poder de irradiar lo que somos con autenticidad y calidez. Trabaja con el elemento Fuego, y su planeta regente es el Sol. Es una esencia que activa, que aclara, que nutre el alma con alegría verdadera.