Eucaliptus

(Eucalytpus)

El Maestro de la Limpieza y la Ligereza del Ser

Regido por Saturno, y trabajando entre el elemento Tierra y Aire, el Eucalipto es un gran talismán de protección, una fuerza que limpia profundamente, no solo el aire que respiramos, sino también el campo energético que habitamos. Su esencia actúa como una escoba sagrada, barriendo lo viejo, lo denso, lo que no nos pertenece y nos agobia.

Es el gran sutilizador del alma. Despega, desapega, desatasca. Nos alivia del peso del pasado, descongestionando tanto el cuerpo físico como los rincones del alma. Allí donde hay estancamiento, pesadez, melancolía o desánimo, el Eucalipto abre camino, libera espacio, amplía horizonte.

Su poder físico es notable: antiséptico, antiinflamatorio, descongestivo, diurético, cicatrizante y purificante. Actúa en las vías respiratorias, en las heridas que no cierran, en las articulaciones rígidas, en las memorias enquistadas. Pero su verdadera alquimia se revela cuando se lo invoca como maestro de depuración interna.

En lo emocional, combate la melancolía, restaurando energía positiva. Actúa sobre la falta de sensibilidad y creatividad, sobre la rigidez del pensamiento y del afecto, enseñando a comprender lo sutil y lo invisible. Es un educador del discernimiento emocional y energético.

El Eucalipto abre los pulmones del alma, permite volver a respirar desde uno mismo, devolver lo ajeno, y caminar más liviano. Nos conecta durante el sueño con maestros sanadores, y durante el día con la serenidad de quien sabe que está en su centro.

Es, en esencia, un purificador multidimensional. Limpia cuerpo, mente, emociones y espacios. Restablece el equilibrio y expande la conciencia. Nos devuelve a la calma, a la claridad y al camino propio, libre de cargas.